miércoles, 26 de febrero de 2014

Mark Twain

Nombrar a Samuel Langhorne Clemens y, más concretamente su pseudónimo, Mark Twain, es nombrar a un hombre polifacético y sorprendente, escritor, aventurero, emprendedor y viajero, que a lo largo de su vida desarrolló múltiples tareas y ocupaciones.

El 30 de Noviembre de 1.835 nace en Florida (Missouri), en los Estados Unidos de América, dos semanas después del acercamiento máximo del Cometa Halley a nuestro planeta. A los cuatro años la familia se traslada a la cercana localidad de Hannibal, que, bajo el nombre de San Petersburgo, serviría de ambientación de las novelas más célebres de Twain: “Las aventuras de Tom Sawyer” y “Las aventuras de Huckleberry Finn”.


En dicha localidad cursó sus estudios hasta que, teniendo Samuel tan solo 11 años de edad, falleció repentinamente su padre. Dicha desgracia obligó al niño a finalizar su etapa escolar e iniciar su etapa laboral. Comenzó siendo aprendiz de tipógrafo y unos años más tarde logró el puesto de tipógrafo en el diario propiedad de su hermano Orion, el Hannibal Journal. En dicho periódico publicó sus primeros escritos.

A partir de ahí emprendió aventuras como tipógrafo itinerante, a la par que enviaba relatos de los viajes que realizaba. El destino lo llevó al río Mississippi, en el que se interesó por la vida de los pilotos fluviales de los característicos e inconfundible barcos de vapor  que surcaban las aguas de dicho río. Tras dos años de esfuerzos, consiguió la licencia de piloto fluvial, y ejerció como tal un par de años, hasta 1.961. En dicha profesión se familiarizó con la expresión utilizada por los trabajadores de color de los vapores fluviales mark twain, que se refería a la profundidad necesaria para navegar (dos brazas de calado).

Su aventurero carácter le llevó a enrolarse en una milicia confederada (los Marion Rangers) durante breve tiempo, e incluso a convertirse en minero de plata en Virginia City (Nevada), logrando un tímido éxito. El fracaso en su proyecto de mina obligó a Samuel a emprender una nueva aventura con la escritura, en el Territorial Enterprise, en donde comenzó a utilizar el pseudónimo que lo universalizaría, Mark Twain. Comienza una época en la que se suceden puestos en diferentes diarios, intercalados con una buena cantidad de viajes, que le sirven como base de diversas publicaciones.

En 1870 contrajo matrimonio con Olivia Langdon, que se prolongaría hasta la muerte de ésta, ocurrida en 1.904, y que daría como fruto un hijo y tres hijas.

El carácter inquieto de Twain le llevó a emprender multitud de iniciativas, entre ellas un apasionado encuentro con la ciencia, codeándose con personajes tan importantes como Nicola Tesla y Thomas Alba Edison. Tal fue el coqueteo científico de Samuel,  que incluso llegó a patentar tres inventos, el más notorio de los cuales sería un Album de fotografías que, gracias a un pegamento adherido que había que humedecer, convertía dichas fotografías en autoadhesivas.

Sin embargo, ese emprendedor carácter también le trajo fuertes sinsabores, ya que la fortísima inversión que realizó en 1.880 en la compositora Paige (invento destinado a sustituir al tipógrafo en la imprenta) resultó catastrófica, dilapidando tanto las ganancias de toda su vida, como gran parte de la herencia de su esposa.

Los últimos años de vida de Samuel Langhorne Clemens resultaron una sucesión de malas noticias, como la muerte de varios de sus hijos, una nieta, y la de su propia esposa. A raíz de ello, Twain vivió sumido en una profunda depresión que minó su salud.

Tras una vida realmente sorprendente y en absoluto monótona, Mark Twain pronunció en 1.909: “Vine al mundo con el cometa Halley en 1.835. Vuelve de nuevo el próximo año, y espero marcharme con él. Será la mayor desilusión de mi vida si no me voy con el cometa Halley. El Todopoderoso ha dicho, sin duda: ‘Ahora están aquí estos dos fenómenos inexplicables; vinieron juntos, juntos deben partir’. Lo espero con impaciencia.”

Efectivamente, el 21 de abril de 1.910, un día antes del perihelio del Cometa Halley, un ataque al corazón acabó con la vida de Samuel Langhorne Clemens.

De él nos quedan numerosas muestras de su genialidad, desde artículos humorísticos a amenos diarios de viajes por múltiples latitudes, pasando por esplendorosos libros. En especial “Las aventuras de Tom Sawyer”, en la que el polifacético escritor plasmó su infancia incluyéndose a él y sus amigos como protagonistas, y “Las aventuras de Huckleberry Finn”, surgida del mismo entorno con un compañero de colegio como protagonista.


Para terminar, lo mejor es hacerlo con las palabras que William Faulkner dedicó a Mark Twain, a quién definió como “el padre de la Literatura Norteamericana”.